martes, 2 de octubre de 2007

Historias del Camino II

La semana pasada en la clase de "Duelo y Trauma" recibimos la visita de algunos de los participantes del International Center (un encuentro de líderes cristianos de diferentes países que durante dos semanas forman una comunidad de aprendizaje con el objetivo de escuchar y aprender -valga la redundancia- sobre lo que Dios está haciendo en el mundo).
Dios los usó terriblemente para hablarnos a cada uno. Aunque teóricamente venían a sumarse a la clase como uno más, el profesor quiso aprovechar la oportunidad y los invitó a que nos explicaran de qué manera experimentan y procesan el duelo en cada una de sus culturas.

Joel, de Ruanda, nos compartió acerca del genocidio que hubo hace 12 años en su país. Un millón de personas murieron en sólo 100 días en una guerra civil maliciosamente premeditada.

David, de Rumania, nos contó que 1 millón de niños mueren cada año a causa del aborto.

Barje, de Nigeria nos explicaba que en su país la gente muere a causa de la pobreza. La expectativa de vida es de 45 años.

Hubert, de Haiti nos contaba que la principal causa de muerte en ese lugar es el VIH, Sida.

Fue realmente muy fuerte escuchar sus historias. El profesor tuvo que darnos un poco de tiempo para digerir y recuperarnos de todo lo que habíamos oído.

Esto me hizo pensar que el duelo es una experiencia humana universal. Es parte de la vida independientemente de nacionalidades, culturas, idiomas, riqueza o pobreza. Vivimos en un mundo roto, caído, y el sufrimiento es una consecuencia más de nuestra decisión humana de organizar nuestra vida a espaldas de Dios. Sin embargo, Dios nos ha diseñado con un "chip" de eternidad, (como bien dice Eclesiastés "...ha puesto eternidad en el corazón de ellos, aún cuando el hombre no alcanza a comprender en toda su amplitud lo que Dios ha hecho y lo que hará." Ecl. 3:11) por ese motivo se nos hacen tan díficiles de sobrellevar y digerir, ya que no van en contra de nuestra naturaleza, de nuestro deseo de eternidad.

También me hizo pensar que quienes hemos conocido a Dios tenemos el privilegio y la responsabilidad de actuar para encarnar el amor y la justicia de Dios en este mundo, mientras vamos siendo transformados, recuperando la imágen y semejanza de Dios en nosotros, a medida que caminamos hacia la madurez en Cristo.

Pensando en estas cosas, vino a mi mente una canción que escribió un compañero, para un encuentro de estudiantes que tuvimos hace unos meses en Valencia:

"Hoy pondré yo la primera piedra
de un cambio que algunos no aplaudirán
pues por mucho tiempo seca ha estado nuestra tierra
pero agua fresca y nueva yo traeré

Desde siempre he sabido
que sólo esto es lo que hay
no hay más cera que la que arde en esta vela
yo sé que la vida es otra historia
que de lo que ofrecen por ahí.
Mi conciencia me advierte: ¡Hay algo más!

Pero ¿acaso es la primera vez
que esta intuición se empeña en agobiarme?
Y hasta ahora, ¿cuántas veces
he dejado que me empuje hasta el final?

Hoy voy a hacer estallar mi comodidad
demasiado tiempo ya he dejado pasar
Hoy renuncio a aparentar ser un tipo normal
Ya no quiero encajar, quiero el mundo cambiar

Si quieres usarme Dios, mis manos hoy te doy
Me he dado cuenta que algo nos está pasando,
que es muy fácil ir de espiritual sin atender la cruda realidad
que he vivido insensible a esta verdad:
que amar a los demás me cuesta tanto
pero no hay otra opción si algo queremos cambiar
que no derramaste sangre para que pudiéramos hablar
de teorías ahí sentados en nuestro local.

Pero ¿acaso es la primera vez
que esta intuición se empeña en agobiarme?
Y hasta ahora, ¿cuántas veces he dejado
que me empuje hasta el final?

Dame tu fuerza, Señor, ya no quiero hablar más
Hazme ver a quién, mi Dios, y yo iré sin dudar.
Si me caigo -que caeré- vuélveme a levantar.
A Jesús voy a mostrar a esta generación.

Vivo en un mundo roto, lejos de ti.
Sé que vas a curarnos, puedes usarme a mí.
© Samuel Palacios


Ojalá que muchos podamos identificarnos con estas palabras y actuar. Que podamos ofrecer algo de esperanza a quienes nos rodean (no por nosotros mismos, sino por Aquel que vive en nosotros), mientras nosotros mismos vamos siendo sanados por el Salvador. Que entendamos que lo que pasa en el mundo, las injusticias y la maldad, no tienen nada que ver con el diseño original de Dios para la humanidad y que podemos actuar y clamar para que venga la justicia de Dios a este mundo.

En relación a esto, el domingo tuvimos el privilegio de escuchar a Stuart Briscoe enseñando la Biblia. El tema era "When darkness reigns" (Cuando reinan las tinieblas), sobre la base de Lucas 22:39-65. El versículo clave (v.53) otra vez nos recordaba que vivimos en un mundo caído y dominado por las tinieblas, lejos de Dios.
Que cuando los seres humanos tenemos la libertad de hacer el bien o el mal, tenemos una predisposición natural a hacer lo malo y si esto ocurre, las tinieblas reinan.
Que -seamos conscientes o no de ello- hay esferas espirituales influenciando, poderes regulando y controlando lo que pasa en el mundo.
Que somos una raza caída que nos lleva a una relación con las fuerzas del mal, y que no es una lucha entre personas de carne y hueso, sino entre estas dinámicas espirituales.

La buena noticia es que Jesús es más grande y que si estamos en Cristo podemos vivir en su triunfo ya que "Por medio de Cristo (en la cruz), Dios venció a los seres espirituales que tienen poder y autoridad, y los humilló públicamente llevándolos prisioneros en su desfile victorioso." (Colosenses 2:14-15)

La buena noticia es que el poder que está a nuestra disposición es el mismo poder que Dios usó cuando resucitó a Jesús de la muerte.

La buena noticia es que si nuestra conexión con Jesús es continua y permanente, nuestro trabajo consiste en ayudar a las personas a salir de las tinieblas y entrar en Su luz.

En el mismo pasaje, Jesús les da a sus discípulos dos instrucciones bien precisas: "permaneced despiertos y orad, para que no entréis en tentación". (Lc. 22:46) ¿Por qué necesitamos permanecer despiertos y orar?

Permanecer despiertos: porque implica que tenemos los ojos bien abiertos y la mente bien alerta esta realidad espiritual.

Orar: porque implica que entendemos que no es un asunto de carne y sangre, sino un asunto espiritual que requiere una respuesta espiritual y la oración es la llave.

Y yo me pregunto: ¿Estoy despierta? ¿Estás despierto/a? ¿Estoy orando? ¿Estás orando? Tan simple y tan difícil a la vez.

1 comentario:

ofelia dijo...

Hola Fa!!
Te han llegado los e mails que te mandé ???
estuve tratando de conectarme por aquí con comentarios pero tampoco he podido!!1
Te quiero mucho!!!
Me gustó ver tu cumple de "cerca"!!!
Muy buenas las zapa y la cartera!!!!

te quiero !!!
mami