Gracias a Dios nos prestaron una especie de trastero en un lugar de campamentos, en el que podíamos dejar todo sin coste alguno. Hicimos un viaje a finales de Julio, gracias a Eddy que nos ofreció su ayuda (y una furgoneta!) y pudimos llevar gran parte de nuestras cosas.
Para las últimas cosas Mariano alquiló una furgoneta y con la ayuda de Joni, llevaron la otra tanda. (Gracias, Joni! Te mereces el sillón azul y mucho más!)
Es extraña la sensación que se produce cuando uno tiene que dejar todo. Más aún cuando es la segunda vez. Podemos observar todo lo que hemos crecido y madurado entre ésta y la primera. Las cosas materiales cobran otro valor. Sabemos que no será la última vez que tengamos que dejar cosas, personas, amigos, relaciones, familia, roles, etc. y que esta sensación extraña será cada vez más familiar...
¿Por qué Su plan incluye a veces (¿o siempre?) este "despojarse"? Es un misterio para nosotros, pero en ello estamos y continuamos aprendiendo a medida que caminamos.
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